sábado, 15 de agosto de 2015

QUÉ ES LA ETICAS EN EL MARKETING



LA ETICAS EN EL MARKETING

Existen dos razones fundamentales que motivaron este artículo referida a la ética en las actividades de marketing. En primer lugar la percepción del público en general acerca de que estas actividades, especialmente la publicidad y las ventas, carecen de ética y son manipuladoras por excelencia, por ejemplo a través de uso de anuncios publicitarios engañosos, vendedores insistentes y calidad no acorde con los precios.
En segundo lugar se han considerado las conclusiones obtenidas del trabajo “Los frentes de investigación dominantes en marketing”, realizado en la Universidad de Sevilla por Armario, Acedo Gonzálezy Ruiz (2003), quienes analizaron los principales temas de investigación en el área del marketing durante el período 1992 – 2002. Este estudio analizó artículos publicados en algunas de las revistas científicas más importantes de marketing, y aunque en ellos se ha dado cobertura a temáticas diversas, se destacaron fundamentalmente aspectos instrumentales tales como: los Canales de Distribución, la Orientación al Mercado, la Calidad de Servicio y el Marketing Relacional. De la investigación se desprende el pobre desarrollo que tiene la ética en el marketing en contraposición a la importancia de ésta cuestión.

Estudiar la ética empresaria en el marketing permitirá esclarecer también los procesos de toma de decisión en la empresa, pues, como plantea Smith (1995), muchas de las cuestiones éticas que surgen en una compañía pueden abordarse de manera más precisa si se enfocan en un área funcional.

Ética y Marketing: Dimensiones de la ética
La construcción de un marco teórico para analizar las cuestiones éticas del marketing necesariamente nos remite a la ética filosófica y a su derivada la ética aplicada cuando se intenta ver la inserción de las cuestiones éticas en el ámbito de las decisiones. En este sentido, la caracterización de la ética como parte de la filosofía, exige como primer paso diferenciarla del concepto de ethos.
Maliandi (1991), señala que la palabra ethos se utiliza en el lenguaje filosófico para

“…aludir al conjunto de actitudes, convicciones, creencias morales y formas de conducta, ya sea de una persona individual o de un grupo social o étnico, etc. En este último sentido, el término es también utilizado por la antropología cultural y la sociología. El ethos es un fenómeno cultural, que suele presentarse con aspectos muy diversos, pero que no puede estar ausente de ninguna cultura”.

El ethos como fenómeno fáctico, remite siempre a determinados sistemas de valores o concepciones sobre lo que es moral y lo que no; ésta cuestión es comprobable como un hecho de la experiencia. La multiplicidad de opiniones puede conducir a la noción de relativismo, pero también es el detonante de la reflexión ética; cuando se reconoce que no hay unanimidad, surge la cuestión básica acerca de que se debe hacer y, en el caso de hallar respuesta, surge una nueva pregunta de por qué se lo debe hacer.
Maliandi afirma que para obrar moralmente no se necesitan conocimientos de la ética filosófica e indica que la moral no es algo reservado a los especialistas sino un patrimonio común de todos los seres humanos. La problemática ética reside en que, todo ser humano puede ajustar su comportamiento y, asimismo juzgar los actos humanos (propios y ajenos) de acuerdo a normas y valores aceptados. Por otro lado, y ante la pregunta sobre si es posible aplicar los distintos enfoques filosóficos o racionalidades éticas en la empresa, la respuesta es que su aplicación es necesaria pero no suficiente.
La ética de la empresa, como parte de la ética aplicada, tiene que reflexionar sobre cómo aplicar los principios filosóficos a la actividad empresarial. Es decir, que debe averiguarse, cómo puede ayudar a tomar decisiones la máxima utilitarista de lograr mayor beneficio del mayor número, el imperativo kantiano de tratar a los hombres como fines en sí mismos y no como simples medios o el mandato dialógico de no tener por correcta una norma si no la deciden todos los afectados.
Pero esto no consiste sólo en la aplicación de estos principios, sino también en averiguar cuáles son los resultados que se esperan que cada actividad proporcione a la sociedad, qué metas deben perseguir y por lo tanto, qué valores es preciso incorporar para alcanzarlas.
La fundamentación filosófica puede proporcionar un criterio racional que permita: aclarar qué es lo moral, determinar las razones por las cuales los hombres se deben comportar moralmente, y finalmente aplicarla en los distintos ámbitos de la vida social. Sin embargo no puede aplicarse sin tener en cuenta la particularidad de la actividad a la que quiere aplicarse (en este caso la empresa) y la moral civil de la sociedad correspondiente.
Asimismo tampoco creemos que sea posible una ética empresaria sin una ética cívica, ya que el ideal comunitario parece adecuado para dirigir una actividad como la económica, en la medida que los miembros de la empresa cobran su identidad dentro de un grupo que comparte una meta común, refuerzan su sentido de pertenencia frente a la tentación del individualismo, desarrollan las virtudes necesarias para alcanzar la meta compartida, y distribuyen entre si las funciones atendiendo a la excelencia, porque a todos interesa que la empresa logre el mayor grado de eficiencia posible.
De este modo, la ética en la empresa indica que en los negocios hay reglas y valores sin los cuales la empresa no sobrevivirá ni merecerá sobrevivir, y que le permitirá analizar y tomar las decisiones más adecuadas. Asimismo la ética y los negocios deben estar integrados en la práctica del management. Gilli (1996) señala que “la libre empresa, concepto inseparable del de sociedad abierta, es una fuerza impersonal, incapaz de decisiones morales...” por lo que es posible afirmar que la empresa desempeña su rol social, crea valor en tal sentido y asume los riesgos conexos que ello implica, a través del discernimiento y compromiso ético de las personas que la integran y en especial de sus directivos. Además concierne a las relaciones internas y externas: directivos y empleados, clientes y proveedores, comunidad, etc.

¿Por qué estudiar la ética en el ámbito particular del marketing?
La ética empresaria es un concepto que remite a los procesos de toma de decisión en la empresa. Lo normal en la estructura organizativa es que dichos procesos se manifiesten en diversas áreas funcionales, sometidas a su vez a una planificación más general de la cual dependen. Cada área funcional se caracteriza por ser el resultado de un grado variable de descentralización y, en consecuencia, por gozar de cierta libertad en la toma de decisiones, y por enfrentarse a problemas específicos de gestión.
Este artículo se centra en el ámbito concreto del marketing, pues muchas veces la planificación estratégica es equivalente a la planificación de marketing, y esto está dado por la importancia relativa que tiene esta última en función de la estrategia general de una organización.
Por otro lado, también se observa que los responsables de marketing se ocupan de una cantidad de decisiones que muchas veces entran en conflicto con otros ámbitos de la organización, a pesar de la coordinación que debiera existir. En este sentido, acciones responsables en marketing pueden servir de motor para otras áreas funcionales y viceversa. Recuérdese que el director de marketing suele tener cierta autonomía para tomar decisiones que no vienen totalmente definidas por la planificación estratégica de la organización.
Así cada vez más, el marketing no pertenece sólo a la esfera de unos especialistas, sino que se propone que cada persona dentro de la empresa debe responsabilizarse por entender al cliente y contribuir a desarrollar y aportarle valor. Sin embargo, también se ha señalado que la función dentro de la cual las empresas cometen más abusos éticos es la de marketing, por lo que debemos prestar mucha atención.
Es bueno considerar que el hecho de que en marketing se den relaciones de poder desigual, junto con la oportunidad de que se ejerza en beneficio o en detrimento de diferentes públicos, es una razón para defender una ética en marketing. A su juicio, la aplicación directa de las filosofías morales populares tales como la deontología o el utilitarismo a los problemas éticos en marketing, son insuficientes como guía práctica para la acción. De ahí que sostengan la necesidad de desarrollo de criterios específicos.
Puede señalarse que algunos de los problemas éticos que enfrentan los responsables de marketing se encuentran entre los siguientes: agasajos y regalos; publicidad falsa o engañosa; representación distorsionada de bienes; servicios o capacidad de la compañía; mentiras dichas a los clientes con el fin de conseguir una venta; manipulación de datos (falsificación o mal uso de estadísticas o información); garantías engañosas de productos o servicios; explotación de niños; invasión de la vida privada del cliente; anuncios publicitarios con contenido sexual; engaños en el precio; discriminación en el precio; comentarios injustos y afirmaciones incorrectas acerca de los competidores; cantidades menores en envases del mismo tamaño; representaciones estereotipadas de mujeres y grupos minoritarios; promoción del tabaco y de las bebidas alcohólicas, etc.
Por otra parte, debería investigarse si los cambios en marketing han obedecido sobre todo a fuerzas morales externas en la sociedad, por ejemplo, la supervisión realizada en EE.UU. por organismos reguladores como la Food and Drug Administration (Administración de Alimentos y Drogas) o la Federal Comunication Commission (Comisión Federal de Comunicaciones), en lugar de deberse a adelantos internos de los códigos morales, talleres de ética, o defensores de la ética dentro de las organizaciones, esto tendría repercusiones significativas en el trabajo futuro en la ética del marketing. En todo caso, es necesario un análisis crítico si se pretende indagar si la ética en el marketing ha contribuido a responder muchos de los cuestionamientos éticos actuales.

Principios éticos para aplicar en marketing
Numerosas empresas han establecido un código de ética para ayudar a los responsables de marketing y otras áreas a tomar mejores decisiones. La existencia de una lista de verificación es un ejemplo sencillo pero útil; y aunque apegarse a la lista de verificación no garantiza la corrección de una decisión, sí mejora la posibilidad de que la decisión se ajuste a la ética.
Por ello, a fin de establecer una suerte de guía, hemos tomado como base distintos elementos éticos que incluyen veracidad, fidelidad a las promesas y confidencialidad.
Al reemplazar fidelidad por lealtad y agregando los conceptos de transparencia y responsabilidad se desarrollan los principios éticos que servirán para analizar los casos presentados más adelante. Estos principios se desarrollan a continuación.

Confidencialidad
El profesional de marketing debe guardar secreto en ciertas cuestiones resultantes de su actuación profesional. En relación con este tema y la ética empresarial hay una serie de conceptos que están relacionados entre sí y que es necesario precisar desde el comienzo. Por ejemplo, la intimidad puede ser definida como el conjunto de características biológicas, psicológicas, éticas, espirituales y biográficas de una persona, en la medida que forman parte de su vivencia o conciencia. Mientras que por privacidad puede entenderse el derecho de todo ser humano a disponer de un ambiente donde ciertos aspectos de su intimidad puedan ser preservados para sí, si así lo desea, sin que hayan intrusiones (físicas o psíquicas) impuestas por otros en ese ámbito que el individuo tiene derecho a reclamar como propio o como íntimo.
El concepto de confidencialidad, se refiere a la calidad de reservados que tienen ciertos datos por el hecho de pertenecer a la intimidad; o ciertas informaciones u opiniones privadas que son dichas con la suposición de que su difusión permanecerá restringida. Concretamente sería la protección de la comunicación entre personas y en un sentido amplio, el derecho a controlar la información referente a uno mismo. En un sentido utilitario esta regla tiene un valor instrumental, en la medida que contribuye a facilitar la confianza entre las personas y la preservación de datos que, de otra manera, se revelarían dentro del mercado.
Por esta parte se define a la ética del consumidor como los principios y estándares morales que guían la conducta de los individuos cuando adquieren bienes y servicios. Cortina señala que hay conductas que adopta el consumidor que no respetan las reglas que rigen el buen funcionamiento del mercado, como el robo en los supermercados, la utilización de cupones de descuento vencidos, la copia de software o el aprovecharse del error de un cajero, al tiempo que justifican su acción inmoral negando el daño, negando la responsabilidad o condenando a quienes lo condenan. Por todo esto, el estudio de la honestidad en la conducta del consumidor parece abrir un campo de posibilidades prometedor.
En consecuencia, la confidencialidad es una obligación del profesional de marketing de respetar el derecho de la persona a su intimidad como crea más conveniente. No obstante, la confidencialidad no es una obligación absoluta. Cuando existe riesgo de que por guardar el secreto se provoquen gravísimos daños a la sociedad o a otros individuos, esta norma queda subordinada al principio de beneficencia, que incluye velar no solo por la integridad de la vida de cada persona sino también por el bien común.

Veracidad
Los casos que en marketing plantean conflicto con respecto a la regla de veracidad, son innumerables. Prácticamente todas las culturas y civilizaciones han considerado un valor humano fundamental practicar la veracidad. Pero también es una experiencia ética universal la afirmación de que este deber no es absoluto sino que determinadas situaciones autorizan que se justifique mentir. En la moral clásica nunca se ha justificado la mentira de forma directa pero sí a través del artilugio de la restricción o reserva mental. Este se da cuando la persona se expresa de manera que las afirmaciones utilizadas son objetivamente verdaderas pero pueden inducir a error a quien lo escucha por la utilización de términos ambiguos, o por la revelación parcial de la verdad.
El concepto de mentira implicaría dos nociones, por un lado sería una disconformidad entre lo que se dice y lo que se piensa, con una intención consciente de engañar a otro. Por el otro, cuando esa disconformidad no tiene la intención de engañar ni perjudicar. La regla de veracidad tendría que entenderse como la prescripción de no omitir la información merecida por la persona. En este caso, la falta a la veracidad se cometería por una omisión.
La fundamentación ética de la norma de veracidad está en el principio de respeto por la autonomía de las personas. No defender el derecho de las personas a tomar decisiones sobre sus vidas, que no perjudican a otros, sería violar su derecho a la autonomía. Y las personas no pueden tomar decisiones sobre sí mismas si no reciben la información veraz para hacerlo.
La regla de veracidad sería claramente inmoral en los casos en que se quiera engañar a la persona para hacerle daño o explotarla; pero en aquellas situaciones en que el engaño es imprescindible para no perjudicar a la persona, la calificación de inmoral se hace más difícil. En dichas circunstancias parece justificable decir que la regla de veracidad debe quedar subordinada al principio de no perjudicar a los demás. El derecho fundamental del individuo es a ser respetado como fin y no utilizado como medio.

Lealtad
La lealtad es hacer aquello con lo que uno se ha comprometido aun entre circunstancias cambiantes. Podemos decir que la lealtad es un corresponder, una obligación que se tiene con los demás y que permite desarrollar confianza mutua. La lealtad como derivado de ley, indica la cualidad interior de rectitud y franqueza, de fidelidad a las promesas, a las personas e instituciones y aun al propio honor personal. Es nuestro deber el ser leal a aquellos que dependen de nosotros: familia, amigos, empleados o empleador. Como vemos, la lealtad se relaciona estrechamente con otras virtudes como el respeto, la responsabilidad y la honestidad.
Existen distintas actitudes desleales como cobrar más del precio pactado; sin embargo no basta contradecir las actitudes desleales para ser leal, es necesario considerar que en toda relación se adquiere un deber respecto a las personas como la confianza y el respeto que debe haber entre padres e hijos, la empresa con los empleados, entre los amigos, los alumnos hacia su escuela. Por otra parte la lealtad no es una consecuencia de un sentimiento afectivo, es el resultado del discernimiento para elegir lo que es correcto. Con todo lo anterior puede verse que las relaciones que se han mantenido se deben en gran medida a la vivencia del valor de la lealtad. Por ello se deben buscar alternativas a las propuestas que no son éticas en las negociaciones diarias y mantener la lealtad a la cultura de ética de la empresa.

Transparencia
Por transparencia se entiende que algo es claro, evidente, que se comprende sin duda ni ambigüedad. Es decir, sinceridad en el actuar, en el pensar y en el decir. Es mantener una conducta clara y la disposición a que ésta propia actuación esté sometida a normas claras. Puede decirse que la transparencia implica actuar y asumir un comportamiento evidente y recto.
La transparencia está basada en el libre acceso de todas las partes involucradas a la información sobre cuestiones sensibles como, por ejemplo el proceso de compra, los registros contables, el control de calidad, los controles ambientales, los mecanismos de promoción del personal, las escalas de remuneraciones, la información financiera, etc. Asimismo afirma que la transparencia va mas allá de los controles internos tradicionales que tienen como principal objetivo la protección de los activos de la organización y la confiabilidad de la información contable.
Una empresa es transparente, si está dispuesta a ser observada por otras instituciones públicas o privadas, por la comunidad y la ciudadanía, y brinda información veraz sobre los procesos que se desarrollan internamente. Asimismo la conducta de todos los miembros de la empresa debe ser clara, sin dudas ni ambigüedades, y por lo tanto abierta para ser observada por diferentes grupos con quienes interactúan.

Responsabilidad
Se entiende por responsabilidad el asumir y hacerse cargo de los propios actos y de las omisiones en el ejercicio de las funciones asignadas. Las empresas deben actuar de acuerdo con el interés colectivo y no exclusivamente de acuerdo a los intereses particulares, respondiendo así a la confianza depositada por la comunidad y asumiendo las consecuencias que generen de sus acciones o decisiones. Asimismo los empleados deben trabajar de manera honesta y eficiente para con los deberes confiados, asumiendo una actitud responsable con la empresa y con la comunidad para la cual trabajan.
En este contexto los escándalos relacionados con casos de corrupción entre empresas y el Estado determinaron que la ética deje de ser una preocupación exclusiva de los filósofos y pase a tener actualidad para la administración y para la opinión pública en general. Sin embargo muchas veces el análisis puede ser superficial o engañoso, y se confunde la responsabilidad social de la empresa con el patrocinio de actividades culturales o de carácter benéfico. Por ello es importante recordar que la meta de la actividad empresarial es la satisfacción de necesidades sociales produciendo bienes y servicios de calidad, de acuerdo a pautas de comportamiento que aseguren no sólo el beneficio de los accionistas sino también los clientes, los proveedores, los empleados y la sociedad donde se inserta la empresa.

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