TIPOS DE CAMPAÑA
POLÍTICA
José Pérez Leal
En general, las campañas
varían conforme a la dimensión del electorado involucrado, la cual determina la
magnitud del esfuerzo a realizar y por lo tanto, los recursos a emplear y la
amplitud de la organización requerida para la campaña.
Asimismo, difieren según
el puesto en disputa: ejecutivo o legislativo. Los puestos ejecutivos atraen
más la atención de la gente por las promesas de los candidatos y los beneficios
directos que puede obtener si honran su palabra; a su vez, los mensajes de
campaña se pueden referir a acciones concretas y por lo tanto, pueden ser más
entendibles por la gente común. En el caso del puesto legislativo, los
candidatos sólo pueden ofrecer sus votos parlamentarios en determinado sentido
sin garantizar que se conviertan en ley, o bien prometer gestiones ante los
gobiernos sin poder asegurar que tendrán éxito; por eso, al electorado le
resultan estas campañas menos atractivas y con frecuencia la tarea legislativa
es poco entendida y valorada.
También las campañas
pueden ser locales y municipales. Ambas se diferencian por la legislación que
las reglamenta; porque, en general, las locales manejan menos dinero, pero
pueden enfocarse mejor en las cuestiones más sentidas por la gente, utilizar
más tácticas de contacto personal con el votante y basarse más en el trabajo de
voluntarios. Dada la dimensión del electorado, las elecciones locales se pueden
ganar o perder por sólo unos cuantos votos. Señala Gray: “cuando hablamos de
una elección local nos referimos a una campaña en donde usted, como persona,
pide el voto y la gente se lo da porque lo conoce a usted y lo que usted
representa. Estamos hablando de democracia en su más pura forma”.
Cuando las elecciones
locales y municipales son concurrentes, los candidatos locales tienen que
mantener su campaña acorde con la nacional de su partido y al mismo tiempo,
hacer que no pierda su carácter local; también, deben aprovechar la popularidad
de los candidatos municipales de su partido y deslindarse de los impopulares; y
asimismo, mostrar creatividad para que su campaña no se pierda en la inmensidad
de la propaganda nacional.
Desde el punto de vista
de su propósito las campañas electorales pueden ser primarias, internas o
precampañas, si tienen por objeto seleccionar al candidato que un partido
presentará en las elecciones; y generales o simplemente electorales, cuando su
propósito es conseguir votos para que alguno de los candidatos de los distintos
partidos políticos ocupe un cargo de elección popular.
La precampaña se desarrolla
dentro del proceso de selección interna de candidatos, por lo que sus
características dependen de cómo se realice este proceso:
a. Si la elección de
candidatos es abierta, esto es, pueden votar todos los electores que lo deseen,
sean o no miembros del partido, la precampaña tiene que dirigirse a todo el
electorado, lo cual la hace tan compleja, extensa y costosa como una campaña
general. Las precampañas abiertas tienen la ventaja de que constituyen un
avance hacia la victoria, en la medida que comienzan la persuasión a favor de
un partido y de un candidato desde antes de que se inicie la campaña, sus
desventajas son sus altos costos, el hecho de que la decisión se comparte con
personas ajenas a los afiliados y la posibilidad de que el electorado considere
cumplido su deber ciudadano sólo con su voto en las primarias y se abstenga de
votar en las elecciones generales.
b. Si la elección es
cerrada, es decir, sólo votan quienes pertenecen al partido o sus delegados, la
precampaña se enfoca más en ellos; en este caso, se realiza al interior del
partido y su extensión y complejidad corresponden a su padrón de afiliados.
En ambos casos la
precampaña se enfoca en un rango menor del electorado: los militantes o los
identificados con el partido, lo que hace posible que los precandidatos pueden
intentar más contacto personal con ellos. Sin embargo, los precandidatos con
poco apoyo partidista, pero simpatía notable en sectores importantes del
electorado, suelen dirigir sus precampañas “cerradas” hacia todo el electorado,
con el fin de forzar a los miembros de su partido a que voten por ellos dada
esta popularidad que podría garantizar la victoria, frente a precandidatos con
muchas simpatías partidistas pero con poco apoyo entre el electorado general.
Las precampañas tienen
los mismos rasgos que las campañas, y su planeación y manejo pueden seguir
lineamientos similares, pero generalmente son más breves, se inician con el
anuncio de la postulación como precandidato, continúan con el registro de la
precandidatura y el proselitismo, y también pueden culminar con un cierre.
Diferencias Principales
entre Precampañas y Campañas
Las diferencias
principales entre precampañas y campañas radican sobre todo, en que su mensaje
debe ser atractivo para quienes apoyan al partido, sin enajenarse al resto del
electorado; que tienen que diferenciar y contrastar precandidatos, pese a ser
similares por cuanto pertenecen al mismo partido; y que todos sus actos deben
considerar la posibilidad de conciliación entre los precandidatos en competencia,
una vez decidido quien representará al partido en la elección general. Se trata
de una guerra fratricida, en la cual los adversarios tienen que reconciliarse;
esto determina que la competencia deba realizarse en las mayores condiciones de
limpieza, equidad y respeto mutuo, y que el uso de acciones negativas tenga que
limitarse para no causar daños irreparables al opositor y al propio partido.
Por eso, la mayoría de las precampañas no deben ser reñidas.
Riesgos de las
precampañas
Los principales riesgos
de las precampañas son:
a. Que su mensaje si
bien sea muy atractivo para los miembros del partido del precandidato, provoque
el rechazo de los grupos del electorado cuyo voto será necesario para ganar la
elección general. Al contrario, óptimamente, se trata de comenzar la persuasión
de los no afiliados, a quienes una vez ganadas las primarias habrá que recurrir
en busca de sus votos.
b. Que los contendientes
se digan tales cosas entre sí por los medios de comunicación masiva, que sea
cual sea quien resulte triunfador, difícilmente pueda controlarse y repararse
el daño infringido por sus oponentes, de
modo que el triunfador llegue muy debilitado a la campaña general y por lo
tanto, con grandes probabilidades de derrota.
Conviene tener presente
que toda campaña interna, refleja sus contenidos en toda la sociedad, sean o no
afiliados del partido que está en precampaña: cada gesto, cada palabra, cada
pieza publicitaria, va a ser evaluada por afiliados, por adversarios y por
independientes. Los ataques y contraataques que se lanzan los precandidatos
entre sí, frecuentemente dotan de municiones a la oposición.
c. Que los electores
voten por un partido opuesto al que pertenecen. Esto es posible cuando la
primaria es abierta y no se requiere ser miembro del partido, o cuando el
elector cambia su registro partidista con anticipación suficiente para poder
votar en las primarias cerradas en las que sólo votan los miembros. Esto se
observa cuando el elector encuentra las primarias de otros partidos más
interesantes que las propias o cuando el votante desea apoyar verdaderamente a
un candidato de un partido distinto al que pertenece. Esta práctica es
antidemocrática cuando tiene el propósito de tratar que gane el candidato más
débil del partido opositor.
d. Que agoten a los
precandidatos y a sus equipos, dejándolos psicológica y emocionalmente
exhaustos justo antes de la batalla más importante.
e. Que la lucha
preelectoral desgarre al partido y lo divida en facciones, y que una vez
efectuada la elección primaria, los perdedores no se sumen al vencedor o no
colaboren con la campaña que tendrá que emprenderse y hasta la saboteen; o que
en el peor de los casos, los grupos perdedores deserten del partido e incluso
lleguen a incorporarse a las filas enemigas, en un momento en que se requiere
toda la fuerza y unidad del partido.
Las reglas y
procedimientos a que se sujeten las precampañas pueden aumentar estos riesgos
si permiten que se realicen en periodos prolongados, en varias etapas, o a dos
o más vueltas.
Para los campañistas las
precampañas son una oportunidad de probar sus fuerzas y debilidades, así como
de afinar sus estrategias; a los electores les permiten involucrarse
directamente en el proceso democrático, obtener un conocimiento inicial de
quienes serán candidatos, arrancarles las primeras promesas, y estimar cuál de
ellos podría constituir una candidatura victoriosa.
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José Pérez
Leal
Director de Investigación y Proyectos
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REFERENCIABIBLIOGRÁFICAS Y
DOCUMENTALES
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Publicidad y propaganda política. Madrid – España Editorial Cirde.
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un “Producto” llamado “Candidato” [Artículo en línea] disponible en: http://blog.marketingpoliticoenlared.com/2015/10/21/marketing-politico-la-venta-de-un-producto-llamado-candidato/#sthash.UN5OOonn.dpuf
[Consulta: 2017, julio 12]
Seijas, Félix (1998) Investigación
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