VALORES, ACTITUDES Y ESTILOS DE VIDA
La complejidad y también la riqueza de la aproximación al consumidor
a partir de los estilos de vida radica fundamentalmente en la inexistencia de
un modelo único de generación de tipologías. A partir de la observación de
diferentes variables de análisis se construyen unos modelos de estilos de vida
que intentan mostrar fragmentos de la vida de las personas como si se tratara
de un gran ejercicio de reconstrucción y simulación.
La relación entre los estilos de vida y los comportamientos
de consumo no es, sin embargo, una relación causal perfecta. Es indicativa,
orientativa de determinadas pautas de comportamiento, de la misma manera que
ocurre con otras segmentaciones, como las de clase social, anteriormente mencionada.
En este sentido las herramientas estadísticas de Análisis
Multivariante tienen mucha utilidad y en Plepso Investigaciones,
C. A. hemos adquirido gran experiencia en la segmentación por estilos de
vida empleando Análisis
Discrimínate, Análisis
Conjunto y Análisis
de Conglomerado para delimitar claramente las características sociodemográficos y psicográficos de
cada segmento establecido
Existen numerosas propuestas de tipologías de consumidores que
parten de la definición de los estilos de vida y proceden de diferentes fuentes.
Los institutos de investigación de mercado han desarrollado tipologías propias
de clasificación, y también lo han hecho algunas agencias de publicidad. Todas
ellas comparten la consideración de que el estudio de los estilos de vida puede
ser relevante en la comprensión de los comportamientos de compra y consumo.
Por lo tanto, la clasificación de los individuos sobre la
base de unos estilos de vida ayuda a mostrar la existencia de comportamientos
más frecuentes o actitudes más habituales, entendiéndose por encima de la media de la población, por parte de los
integrantes de esos grupos.
La aproximación a los estilos de vida a través de la
indagación de los valores que rigen la conducta de los individuos tiene una
especial relevancia.
Los valores son como una especie de imperativos categóricos que
guían las grandes elecciones o decisiones de los individuos; unos principios
generales a partir de los cuales los individuos establecen sus acciones, sus
comportamientos y sus relaciones. Los valores ayudan a entender las diferentes
actitudes mostradas ante el ahorro, los seguros de vida o la medicina
alternativa.
Los estilos de vida y los valores subyacentes ayudan a
explicar las diferentes actitudes que muestran los individuos ante el trabajo o
el ocio, o incluso su mayor atracción hacia marcas multinacionales o locales por
encima de valoraciones puramente organolépticas.
El modelo o sistema VALS (values and life-styles)
desarrollado ya en los años ochenta en Estados Unidos a partir de los trabajos del
SIR International (anteriormente SIR, Standford Research Institut, en Carolina
del Norte) aportó una visión pragmática al estudio de los valores y su
aplicación a los comportamientos de consumo. En esos años los esfuerzos del SIR
se encaminaron a presentar una clasificación de los ciudadanos de Estados
Unidos a partir de la definición de unos grupos fundamentales de acuerdo con la
observación de sus valores y estilos de vida.
Cada uno de estos segmentos
de la sociedad VALS está arrastrado por sus propios demonios, los cuales la
industria de la publicidad trata de exorcizar con sus propios espots
comerciales de televisión de treinta segundos y los anuncios impresos,
afirmaba Meyers.
Los trabajos de Arnold Mitchell y su equipo del SIR
International, realizados a partir de encuestas periódicas a la población,
señalaban nueve estilos de vida articulados en torno a tres valores
fundamentales: la compulsión a la necesidad, la orientación hacia el exterior y
la orientación hacia uno mismo.
Los estudios apuntaban una relación entre los diferentes
estilos de vida y la existencia de un modo propio de compra para cada uno de
ellos.
A pesar del reconocimiento de la trascendencia de los
valores, éstos no siempre se incluyen como uno de los indicadores directos de
medida del estilo de vida. Posiblemente ello es debido a la ambigüedad de su
definición, a su generalidad y a la imposibilidad de su cuantificación. La
medición de las actitudes, en cambio, se muestra como la herramienta más
tangible para reproducir diferentes tipologías de individuos, --cuantificarlas
y hacer una aproximación, a través de ellas, a los valores subyacentes.
En este sentido se entienden las actitudes como una especie
de estado interno del individuo que le mueve a actuar de una manera determinada
ante ciertas situaciones o circunstancias. Las actitudes marcan lo que hace o
lo que deja de hacer, y vienen determinadas por múltiples circunstancias.
Sus intereses particulares, sus valores fundamentales, sus
condicionantes culturales, sus creencias religiosas, su ideología, sus
posiciones políticas, sus relaciones familiares y de amistad, su entorno
profesional, sus posibilidades económicas son algunas de las circunstancias que
dan lugar a sus actitudes y que, consecuentemente, van a motivarlo a actuar de
un modo u otro ante situaciones concretas.
En general, la publicidad contempla las actitudes como una
de las variables fundamentales en el estudio de la relación entre el
consumidor, los productos, las categorías y las marcas. Y a menudo lo hace, en
un intento de simplificación, expresándolas de modo que polaricen a los
consumidores a través de verbalizaciones del tipo “consumidores jóvenes que muestran una actitud positiva hacia nuevas
experiencias que estimulen sus sentidos” buscando así la conexión de estas
actitudes con comportamientos de consumo y compra específicos, como podrían ser
en este caso, por ejemplo, los relativos al consumo de bebidas energizantes o
las preferencias ante nuevos estilos musicales. O, ilustrándolo con un nuevo
ejemplo, “adultos que tienen una actitud
negativa frente a los entornos jerárquicos y formales, caracterizados por un
exceso de conservadurismo” en referencia en este caso, por ejemplo, a sus
preferencias en relación con su entidad financiera o a su compañía de seguros.
En el estudio de las tipologías de estilos de vida y de la
incidencia de los valores, las aportaciones del profesor Shalom H. Schwartz
añaden nueva luz al incorporar, entre otras cosas, una nueva dimensión
universalista. Sus trabajos se han orientado a la formulación de una teoría
sobre los aspectos universales contenidos en los valores humanos y a la
posibilidad de establecer una estructura de relaciones entre los diferentes
tipos de valores, lo cual deriva en el estudio de las relaciones de
conflictividad o compatibilidad entre ellos.
La clasificación de Schwartz en diez tipos de valores y su representación
en una estructura circular parecen estar subyacentes en muchas de las
tipologías de individuos propuestas, desde diferentes fuentes, según la
predominancia de unos tipos de valores sobre otros y su trascendencia en la
definición de los estilos de vida. Sin embargo, la mención de sus trabajos es
muy excepcional en el ámbito del marketing y la comunicación.
Para una próxima entrega estaremos abordando el tema de Valores, Estilos De Vida y Tendencias y
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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Y DOCUMENTALES
Dubois, B.
y Rovira, A. (1998) El comportamiento del
consumidor. Comprendiendo al consumidor. Madrid – España. Prentice Hall
Kotler, P.;
Cámara, D. y Grande, I. (1994) Dirección
de marketing. 8.ª ed. Madrid – Apaña. Prentice Hall, 1994
Pérez, P. y
Solanas I. (2006) Incidencia de los
estilos de vida en la publicidad y el marketing Barcelona – España. Trípodos,
número 18
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